Híjoles, pos ora sí que he abandonao este bló. Tengo más de dos semanas queriendo escribir alguito, aunque sea poquito, pero hasta ahorita encontré un ratito de paz pa' sentarme a hacerlo.
Todo empezó con el dichoso Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Este año, a diferencia de los últimos tres o cuatro, me vi súper aplicada y me chuté todas las muvis que mis ojos me permitieron. El saldo fue de: dos mexicanas, dos chilenas (manténganse alejados de Radio Corazón), tres españolas (de lo que más disfruté del festival, sobretodo Mataharis), dos brasileñas (ambas sobre la violencia en las favelas, pero una abordada con violencia y la otra desde el género del musical), cuatro documentales, y unos cortos quebecuás. Mi trasero me lo reclamó después, pero ni modo. Y bueno, terminada esa órgia -no orgía- de pelis, los que se llevaron mi corazón completito fueron Fernando Eimbcke, Diego Cataño, Cholo, y Progreso con ¿Te acuerdas de Lake Tahoe?
A propósito de Progreso viene el relato de mi segunda semana de locura.
Llegó la semana santa y yo agarré mi avióm, y me fui a Mérida. Bajandito nomás me coloqué mis zapatitos rojos y me fui a disfrutar del calor -y los respectivos daiquirís de tamarindo- a la boda de Neto. Fue el pretexto perfecto pa' ver a varias de mis amiguitas -las de toooooda la vida. Y aunque algunas siguen siendo locales, todas coincidimos en que casarse a mediodía y al aire libre en Mérida, no es la mejor opción. Así que terminamos remojando nuestras acaloradas patitas en la piscina -allá las albercas no existen.
Así arrancó la semana, con fiesta hasta altas horas de la noche. Y así siguió, entre fiestas -en donde Claudia fue mi fiel acompañante- resacas y paseos. Hubiera querido ir más a la playa, pero me tocó un clima poco favorable. De cualquier manera pude escaparme a Chicxulub -con las ya mencionadas amiguitas y sus respectivos maridos y nenées- y a Celestún -con mi santa madre y hermanita, quienes también quedaron agotadas con mi visita. Tuve chance de ver a mi papá -aunque sea poquito- y hasta a la Gacela y al Memo, que se escaparon de tapatilandia pa' irse a hacer un estudio comparativo sobre la cochinita pibil. Su veredicto fue: todas están empatadas.
Ahí dejo unas fotos del bonito Yucatán, estado que me vio nacer. Snif.
Epílogo
A mi regreso un sushi traicionero desató una indigestión que me dejó fuera de circulación por alrededor de 24 horas. Creo que en realidad mi estómago me estaba cobrando toda esa comida yucateca e italiana (Carlo nos cocinó risoto y conejo, mmm) que ingerí durante las vacaciones. I'm ok now.
Todo empezó con el dichoso Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Este año, a diferencia de los últimos tres o cuatro, me vi súper aplicada y me chuté todas las muvis que mis ojos me permitieron. El saldo fue de: dos mexicanas, dos chilenas (manténganse alejados de Radio Corazón), tres españolas (de lo que más disfruté del festival, sobretodo Mataharis), dos brasileñas (ambas sobre la violencia en las favelas, pero una abordada con violencia y la otra desde el género del musical), cuatro documentales, y unos cortos quebecuás. Mi trasero me lo reclamó después, pero ni modo. Y bueno, terminada esa órgia -no orgía- de pelis, los que se llevaron mi corazón completito fueron Fernando Eimbcke, Diego Cataño, Cholo, y Progreso con ¿Te acuerdas de Lake Tahoe?
A propósito de Progreso viene el relato de mi segunda semana de locura.
Llegó la semana santa y yo agarré mi avióm, y me fui a Mérida. Bajandito nomás me coloqué mis zapatitos rojos y me fui a disfrutar del calor -y los respectivos daiquirís de tamarindo- a la boda de Neto. Fue el pretexto perfecto pa' ver a varias de mis amiguitas -las de toooooda la vida. Y aunque algunas siguen siendo locales, todas coincidimos en que casarse a mediodía y al aire libre en Mérida, no es la mejor opción. Así que terminamos remojando nuestras acaloradas patitas en la piscina -allá las albercas no existen.
Así arrancó la semana, con fiesta hasta altas horas de la noche. Y así siguió, entre fiestas -en donde Claudia fue mi fiel acompañante- resacas y paseos. Hubiera querido ir más a la playa, pero me tocó un clima poco favorable. De cualquier manera pude escaparme a Chicxulub -con las ya mencionadas amiguitas y sus respectivos maridos y nenées- y a Celestún -con mi santa madre y hermanita, quienes también quedaron agotadas con mi visita. Tuve chance de ver a mi papá -aunque sea poquito- y hasta a la Gacela y al Memo, que se escaparon de tapatilandia pa' irse a hacer un estudio comparativo sobre la cochinita pibil. Su veredicto fue: todas están empatadas.
Ahí dejo unas fotos del bonito Yucatán, estado que me vio nacer. Snif.
Epílogo
A mi regreso un sushi traicionero desató una indigestión que me dejó fuera de circulación por alrededor de 24 horas. Creo que en realidad mi estómago me estaba cobrando toda esa comida yucateca e italiana (Carlo nos cocinó risoto y conejo, mmm) que ingerí durante las vacaciones. I'm ok now.
Comments
Lo que te hizo daño fue el sushi o la comida de Carlo? jajajaja upsss la doctora lee esto y me mata, por ahora no podrá porque esta lejos jejeje
Saludos y que bueo que la pasaste bien
abrazos.
2. Yo me apunto a realizar la siguiente comparativa de cochinita pibil en la zona yucateca.
3. Por favor un dia invitame a esas tierras que tan amigables y templadas se ven, yo quiero irme de vacaciones!
4. Ya viste Juno? creo que tambien es canadiense...
chien: compórtate! a ver si un día de estos nos toca coincidir.
tree: con este calor mejor nos echamos un té helado. Abrazo.
gabi: precisamente el día que me escribiste este comentario fui a ver Juno, le tenía ganas. Está linda... Y cuando quiera usted ir a Mérida con su bonita familia, es bienvenida. Igual en Guadalajara.