Hartos de tanta carne recibimos el año nuevo con sushi hecho por las manecitas de Indira. Hicimos todos los rituales de rigor: el brindis, las uvas, las maletas, los dineros. Hasta rompimos piñata. A diferencia de otros años, bebí poco y fumé menos -ni siquiera me terminé un cigarro, algo verdaderamente insólito. Pasaditas las 3 de la mañana despedí a las últimas visitas, pero no pude dormir hasta no terminar mi novela. Quedan un par de días más de flojera navideña y después a preparar clase nueva, y lidiar con una computadora cucha ¡Japy Niu Year!
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