Normalmente no fumo de día. Es más, es raro que fume sin una chela que me acompañe. Podría decir que desde que salí de la universidad -ahí sí me echaba una cajetilla diaria- me convertí en "fumadora social". Hoy las excepciones se dan solamente en situaciones extremas, y estoy pasando por una de esas en este preciso -que no precioso- momento. Tengo ya una semana enterrada bajo kilos de papel, calificando ensayos y exámenes de mis queridos alumnos. La cosa no había estado tan terrible, pero esta mañana todo cambió. Me gustaría citar algunos ejemplos, pero tengo la ligera sospecha de que no sería ético.
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